Los Desvanes

Desde hace ya un tiempo ando buscando trabajo. La cosa no está nada fácil, más bien, anda jodida. Sin embargo, he recibido una oferta que no puedo dejar de calificar como interesante pero que sin embargo no se ajusta a lo que he hecho hasta ahora. La principal ventaja es que es trabajo dentro de mi sector profesional y que tiene visos de una futura estabilidad (en el caso de que pase el período de prueba, claro está). La otra ventaja es que se trata de una empresa de prestigio. Como desventajas cito de nuevo el que es un giro muy notable dentro de mi actividad y, como no, que el sueldo no es gran cosa (entre 400 y 600 euros menos de lo que cobraba antes).

La misma empresa me hizo una oferta mucho más atractiva, pero de la que no puedo vivir. Es decir, que lo que pagarían por eso, que me daría mucho caché, no me llega ni para la hipoteca.

Al final se demuestra que el archiconocido principio del ying y el yang (si alguien no lo conoce o quiere saber más sobre él, que pinche sobre el nombre) es una verdad como un templo: tras una pila de días deseando que alguien me contrate, cuando me lo ofrecen resulta que no era lo esperado.

Mañana (en realidad hoy, porque con las horas que son... ) llamaré para decir que sí, que acepto el trabajo. Y pese a todo, uno nunca puede dejar de preguntarse si es la opción correcta, o la mejor opción.